En la lengua española existen seis pronombres personales para referir se a las personas que intervienen en alguna acción, y que sustituyen a sus propios nombres. Así, cuando se refieren a una sola persona, empleamos el Yo, Tú y Él que los sajones reducen a solo dos: Yo y los demás, que ellos denominan You.
De todos los pronombres, posiblemente el más social sea el de Nosotros, porque se refiere a uno mismo y todos los demás.
Cuando, a finales de 2.014 nos decidimos a fundar un partido político, que expresara lo que la mayoría de los españoles desean, alguien del grupo fundador sugirió denominarlo NOSOTROS, porque en este pronombre cabemos todos; eso sí, todos los que nos sentimos solidarios con los demás y en posesión de una razonable cantidad de sentido común.
Pero, alguno de los fundadores señaló que fuera de NOSOTROS quedaban muchos otros españoles que, por diversas circunstancias carecían de alguna de aquellas dos virtudes. Por eso, decidimos denominar al partido NOSOTROS y TU, añadiendo aquel lema de: “Sin dejar de ser tú mismo, conviértete en NOSOTROS”
Luego vino esa historia del logotipo y a otro se le ocurrió representar al partido por un grupo de perfiles de personas coloreadas de tal forma que representara la multitud de opiniones, razas y perfiles que conforman la población de un país.
Después, por aquello de buscarle tres pies al gato, empezaron a aparecer opiniones (bienvenidas sean todas) acerca de los colores y la propia sustantivación de la denominación.
En lo que se refiere a los colores, muchos señalaron que esos eran los de la bandera gay.
Es posible que haya una cierta similitud, pero en eso se queda porque en este partido caben todos los españoles, con la única condición de que no sean antipatriotas. Porque lo importante para convivir pacíficamente en sociedad, no es la condición u orientaciones sexuales de las personas que la integran, sino el respeto de cada uno a los demás; ese respeto que los políticos y miembros de la Administración del Estado nos exigen que les manifestemos, pero que muchos de ellos no nos tienen a los administrados.
También se ha comparado, por parte de algunos, la similitud de colores con los de la bandera republicana que, cada vez con más saña, nos rebozan los facinerosos por la cara con harta frecuencia. Pues tampoco tiene nada que ver, al igual que el arco iris no es ni republicano ni gay.
Pero tampoco hay problema alguno en ello, el logotipo, el nombre y la coloración no son más que artificios que, en modo alguno, representan nuestra forma de pensar. Por ello, si hay que modificarlos… se modifica. Solamente tienen que decidirlo así la mayoría de nuestros afiliados. Y esas son todas las posibilidades de cambio porque, a diferencia de Marx (Groucho) y de buena parte de los que viven hoy de la política, no tenemos otros principios para cambiarlos a conveniencia.
Y, entre nuestros principios está el de que nuestro país no puede prosperar si solamente nos dedicamos a gastar. Por eso pretendemos conseguir que se obligue a los gobernantes a que reduzcan de forma paulatina el gasto y la deuda públicos; como pretendemos que los que nos gobiernen sean personas con preparación y probada sensatez y no una sarta de titiriteros como los que nos amenazan ahora con quedarse con los cuatro cuartos que nos quedan; y como anhelamos empezar a recuperar los valores morales y sociales que hemos ido dejando a jirones en este peregrinaje de los últimos 40 años y, finalmente, como intentamos acomodarnos al siglo XXI en el que nos encontramos, y no retroceder al XIX como se empeñan una panda de bobos.
Así que, si no te gusta nuestro logotipo… lo cambiamos; si no te agrada nuestra denominación, la sustituimos por la que sea del agrado de la mayoría, pero si no te gustan nuestros principios, NOSOTROS no tenemos otros.
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