Hablamos de mujeres

Artículo de opinión publicado en el semanario Lancelot el 11 de noviembre de 2.011

¿Hablamos de mujeres?… (Entre hombres)

Hace un par de días estuve tomando una copa con unos amigos. A mi me gusta el Gin-Tonic, con ginebra London del nº 1. Mientras nos servían las consumiciones cada uno de nosotros se solazaba, a su manera, de los grato del encuentro, ya que hacía bastante tiempo que no nos veíamos todos juntos.

Como en todo grupo, casi nunca falta el contertulio chistoso. Allí no, para no ser menos, estaba Luis que presume, sin decirlo, de que ese papel le corresponde a él. Y en consonancia con ello, preguntó en voz alta, ¿Sabéis que me gustan todas las mujeres menos la mía?. Como a pesar de lo que creía Luis, ese es un chiste muy viejo, y nos lo sabíamos casi todos, enseguida, antes de que siguiera con su genialidad, Raúl le contestó: ¡¡¡Oye, pues lo mismo me pasa a mí!!!. Y Luis, raudo, entró en el juego y le replicó: ¿Sí…? ¿Que es lo que te ocurre a ti?. Y Raúl, como si de una lección bien aprendida se tratara, le contestó: Pues eso, que me gustan todas las mujeres menos la tuya.

Aquí el que mas y el que menos, se rió. No porque les hiciera gracia el chiste, que ya lo sabían, sino por el compromiso de no quedar mal con aquel par de payasos (dicho en términos cariñosos).

Pues a lo tonto, a lo tonto, nos pusimos a hablar de mujeres. De sus vicios, de lo necesarias que son para nosotros, del arte que tienen para sacarnos de nuestras casillas… Juan, contó otro chiste: Le pregunta uno a su amigo: ¿Oye a ti tu mujer te excita?. Y el otro contesta: ¿Que si me excita?, ¡¡¡Me pone de una mala leche…!!!. Bueno, el caso es que aquello iba por el camino habitual en una tertulia entre hombres, hasta que Luis, el mas chistoso del grupo, con mas seriedad en la voz que lo que en él es habitual, terció: Mirad, lo que sucede es que no hacemos nada por comprenderlas. Casi todos se quedaron boquiabiertos. ¿A que viene esto?, pareció reflejarse en la cara de la mayoría.

Y Luis, presumiendo de sus conocimientos de la mente, se puso a explicarnos que, en una conferencia que pronunció en Stanford, el Jefe de Psiquiatría del Hospital de aquella Universidad sostenía que una de las mejores cosas que un hombre puede hacer por su salud es casarse con una mujer mientras que, para la mujer,  una de las mejores que puede hacer por su salud es cultivar la relación con sus amigas. Nos miramos unos a otros con estupefacción. El sentir general era: ¿Y a donde quiere este ir a parar?. Y él, sin atendernos, como hablando para sí, siguió diciendo que las mujeres se relacionan entre sí de una forma diferente, ayudándose de una forma muy especial a combatir el estrés y las experiencias difíciles de la vida. Que la relación con las amigas contribuye a generar serotonina, un neurotransmisor que les ayuda a combatir la depresión y produce una sensación general de bienestar. Que mientras las mujeres cuando se reúnen, comparten sus sentimientos, los hombres, generalmente, solo hablamos de nuestro trabajo. A diferencia de ellas, los hombres raramente nos sentamos a hablar con un amigo de sentimientos o de nuestra vida personal. Eso sí, el tema general girará alrededor de deportes, o coches, o de trabajo o, tal vez, de política, pero no de nuestros sentimientos ni de nuestra vida familiar. Sin embargo ellas hablan continuamente de sus sentimientos y, a diferencia de nosotros, se cuentan las cosas mas intimas de su vida personal porque hablan desde lo mas profundo de su alma. Y, según parece, eso es tan bueno para su salud como hacer gimnasia. Habitualmente, los hombres tendemos a pensar que cuando vamos al gimnasio es bueno para la salud, pero cuando las mujeres se juntan para hablar es una pérdida de tiempo.

Sin embargo, según sostiene la psiquiatría moderna, esas reuniones de amigas favorecen su salud física y mental, predisponiendo a las mujeres de una manera positiva, para afrontar sus relaciones familiares.

Créanme que a mi me convenció. De la misma forma que me convenció su corolario. Según Luis, y estoy plenamente de acuerdo con él, lo mejor que podemos hacer por nuestras esposas, o novias o parejas sentimentales es comprenderlas cuando se reúnen alrededor del cafetito, como pretexto, para “hablar de sus cosas”. Por muy banal que nos parezca, estamos ayudándolas a mejorar su salud y ellas sabrán agradecérnoslo.

Además, nos pongamos como nos pongamos, ellas no van a renunciar a sus tertulias y, bien mirado, así nos quedará mas tiempo para las nuestras. Seguro que a ellas no les importa que hablemos de trabajo, de deportes, de coches o de política.

Al final, yo recordé la historia de Ayn Rand, una escritora fallecida hace mas de treinta años y les comenté como, amen de lo dicho por Luis, la inteligencia de las mujeres, unida a otras muchas virtudes de las que nosotros casi carecemos, las hace superiores a nosotros en muchos aspectos. Pero esto ya es otra historia.

 

José Ignacio Sánchez Rubio

Abogado y economista

ignacio@rwall.es

2 respuestas a Hablamos de mujeres

  1. Pilar S. dijo:

    Querido José Ignacio, felicidades por un artículo lleno de sensibilidad. Es una pena que hombres y mujeres seamos incapaces de comprendernos, más allá de entendernos. Planteas la imagen de hombres que reconocen la conveniencia de favorecer aquellos aspectos que hagan felices a sus esposas, novias… No conozco hombres así. Conozco hombres que prohíben a sus mujeres salir con amigas, incluso tenerlas. No conozco hombres tan generosos como los que describes. No obstante, el artículo me ha encantado. Un cordial saludo!

  2. Elena López Tajada dijo:

    Muy bueno, me ha gustado mucho…gracias

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