Los sacamantecas

Artículo de opinión publicado en Lancelot Digital el 23 de julio de 2.012 (Pinche aquí para ver publicación)

Los sacamantecas

16 de julio de 2.012

Según el diccionario, el sacamantecas es un criminal sanguinario que revienta a sus víctimas y les saca las vísceras. Pero coloquialmente, tambien empleamos el término para referirnos a cualquier suerte de recaudador, que exprime al que cae en sus garras, hasta dejarlo exhausto. Decía  Don Ramón de Campoamor que: “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo depende del color, del cristal con que se mira”; y viene esto a cuento porque algunas similitudes pueden encontrarse entre este tipo de personajes y los que les voy a relatar a continuación.

Y no me refiero a otra cosa que a las entidades que gestionan los derechos de la propiedad intelectual.

Es claro que no debería hacer falta que ningún político o legislador viniera a recordarnos que toda persona tiene derecho a disponer libremente de las obras artísticas que crea, entendiendo por obra artística cualquier manifestación de carácter literario, artístico o científico. Y nada que objetar a que cualquier autor, de cualquier música, tenga todo el derecho del mundo a decidir el alcance de su utilización, así como a participar en los beneficios económicos que tal utilización suponga para el licenciado.

Y, en España, la Ley de la Propiedad Intelectual se ocupa de proteger todos estos derechos, señalando la norma que los derechos de explotación se extenderán durante toda la vida del autor y 70 años mas. En lo que se refiere a estos derechos de explotación, la reproducción de las obras musicales requerirá la autorización tanto del autor como de los intérpretes y de las compañías fabricantes del soporte en que se encuentren (CD, video, cinta …).

Y como todos ellos (autores, artistas ejecutantes, compañías fonográficas…) tienen derecho a una compensación en los ingresos que ello produzca, todas aquellas personas que utilicen cualquier obra, musical en este caso, están obligadas a satisfacer un tanto por ello.

Cuando la persona que reproduce tales obras musicales lo hace en el ejercicio de una actividad empresarial, por ejemplo si en su empresa pone la radio, o un reproductor musical, viene obligado a pagar lo que corresponda.

Hasta aquí, como digo, nada que objetar. La controversia aparece cuando se determina la forma pagarle a los Autores y demás, lo que les corresponde. Y la pillería tópica de este país, en comandita con esa otra banda de pillos que son los políticos, idearon las entidades gestoras de los distintos derechos de autor.

Voy a tratar de explicárselo a Uds., porque esto también contribuye a que a todos nos cueste mas cualquier bien o servicio que consumimos.

Supongamos que tiene Ud. una peluquería, o un restaurante, o una tienda de ropa, o un bar, en fin, cualquier actividad que se les ocurra y, para que sus clientes se encuentren mas confortables, enchufa una radio, o pone una televisión para que puedan entretenerse mientras dura su visita.

Muy bien, pues prepárese; porque si aun no han aparecido los inspectores de la SGAE (Sociedad General de Autores Españoles), o los de AGEDI-AEI (Asociación de gestión de derechos intelectuales y de artistas, interpretes y ejecutantes, respectivamente), ya aparecerán.

Estas asociaciones son las que ocupan, porque los políticos lo han querido así, de gestionar el cobro de todos esos derechos de la propiedad intelectual, al igual que sucede con otras 5 asociaciones de la misma catadura.

 

Y estas asociaciones, de forma radical, son las que le dicen cuanto tiene que pagar. Además, se presentan y se rodean de una parafernalia que le hace a Ud. dudar si pertenecen a Hacienda, a la Gestapo o a la Stasi, estas dos últimas, para el que no lo sepa, terribles policías políticas perseguidoras de todo lo que se movía contrario al régimen nazi o soviético.

Y toda esa puesta en escena, para conseguir que Ud. se acojone y pague. Pero ¿cuanto hay que pagar?. Uno, bien intencionado, pensaría que lo que va a ir a parar a las manos de sus legítimos dueños: los autores o intérpretes de las obras. Pero no. Y aquí viene lo del color del cristal con que empezaba. Según las Asociaciones de gestión de derechos, todo el dinero recaudado se reparte entre los titulares de los derechos, pero la realidad es que la parte del león desaparece antes de llegar a su destino y se la reparten la misma panda de golfos que Uds. conocen al dedillo. Y por mucho que nuestro paisano Teddy Bautista haya sido puesto a disposición judicial por presunta malversación de fondos, la cosa sigue y sigue. ¿Hasta cuando?. Ya lo saben, hasta que todos nosotros decidamos que nuestra sociedad cambie.

Servidor de Uds.

José Ignacio Sánchez Rubio

Abogado y economista

ignacio@rwall.es

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