¿Alteración psico-física, vicio o depravación?

Bandera gayRaro es el día en que, a través de la mensajería de Facebook, no me llega algún mensaje incendiario de amor y pasión. Ya ven… a mis cincuenta y tantos.

Hasta aquí, nada anormal; porque dicho sin ambages, uno ha tenido sus éxitos…

La cuestión que me preocupa es qué habré hecho yo para merecer esto. Porque esos mensajes, para mi desconsuelo, no me los envía ninguna dama. ¡¡¡Oiga, que son de tíos…!!!.

Me he mirado al espejo, a ver si descubro alguna pista… alguna razón de este aparente atractivo mío para los machos. Y he llegado a la conclusión de que, como no entiendo de hombres, nunca conoceré el tipo de mis feromonas, que poco deben funcionar para el sexo opuesto, porque no hay fémina que me soporte.

El caso es que, como en este domingo 17 de enero del año del disparate político, a las 4 de la tarde, no tengo muchas ganas de hacer otra cosa, me he puesto a buscar en el diccionario, que es el primer sitio al que siempre acudo cuando no tengo clara una idea o un vocablo.

Y como el término habitual para denominar a este tipo de humanos es Gay, me he ido a buscar un diccionario al que le tengo cariño. Es un Ramón Sopena de 1.967.

Y… sorpresa. Esa palabreja no viene. Así que he asido otro de Grijalbo de 1.990 (digo asido y no cogido, por si esto lo lee alguien sudamericano).

Coño, pues tampoco viene.

Y debe ser cierto aquello de que a la tercera va la vencida, porque en el María Moliner de 2.008 sí que aparecen, escuetamente, dos definiciones: Homosexual y Homosexual masculino.

Claro que, para este viaje, no necesitaba alforjas. Así que, erre que erre, que diría el inefable Don Paco Martínez Soria, he seguido indagando.

Por supuesto, ya que la palabreja es sajona, aunque ya esté incorporada al diccionario de la RAE, me he dirigido a un diccionario inglés-español (ya no hago más publicidad de marca de diccionarios). Y, solamente hay dos equivalencias al castellano: Homosexual y alegre.

Para concluir el ciclo, he buscado homosexual otra vez en los diccionarios españoles y, ¡¡¡ Albricias…!!! ¡¡¡ Ahora lo entiendo todo…!!!. Sobre todo, cuando me he ido al de sinónimos de Espasa, en el que figuran las siguientes acepciones: bujarrón, sodomita, marica, maricón, sarasa, afeminado.

En otras palabras; que en contra de lo natural, a este tipo de individuos lo que les gusta es montárselo con los de su misma especie; puestos a suponer, con los de su misma especie que también son bujarrones, sodomitas, sarasas, afeminados, maricas o maricones (realmente no sé qué diferencia hay entre estas dos últimas especies).

Y, ahora en serio, la cuestión es que durante los últimos años, nuestras fuerzas políticas se han embarcado en una guerra de protección de estas especies, como si se tratara de rara avis en peligro de extinción. Y de esa forma, ahora pueden casarse, adoptar hijos (de momento la ciencia no ha conseguido que los tengan propios), incluso parece que es pecado despotricar contra ellos (artículos 14 y alguno más de la Constitución Española).

Yo, sin embargo, me he puesto a pensar, porque es un domingo del año del disparate político, en que esta particularidad de un ¿hombre?, se debe a tres posibles causas: Una alteración psico-física de la persona, el vicio por la desviación sexual o, simplemente es una forma de depravación de la personalidad, de difícil averiguación.

Y como el mundillo político español está lleno de bujarrones, sodomitas, sarasas, afeminados, maricas y maricones, hasta el punto de que siendo normalito, como creía que era yo mismo hasta el día de hoy, es un freno para tener el respeto del Estado, les doy mi opinión.

Si el invertido lo es por razón natural, genética o no, opino que merece la máxima protección de la sociedad y del Estado porque, no siendo culpa suya, y tratándose de algo antinatural como cualquier otra enfermedad, la sociedad y el Estado deben velar por la salud y el restablecimiento de sus nacionales. Otra cosa es que se les dote de privilegios especiales frente a los demás ciudadanos, en cuyo caso, la cosa cambia.

Pero, puede darse el caso de que esa pretendida alteración no lo sea sino que, en realidad, se trate de un hartazgo de sensaciones sexuales habituales y, con ello, se busque experimentar otras desconocidas o que conocidas, resulten más esnob que las naturales. Y que conste que conozco a más de uno, que se hace pasar por maricón para conseguir empalmar conversación con una mujer; parece que eso puede tener resultado.

La cuestión es que, aunque el forzamiento de la voluntad sexual, cuando se trata de una mujer, se encuentra enormemente protegido por la Ley, incluso la Penal, cuando se trata de un hombre, que yo sepa, n’a de n’a.

Incluso, se me ocurre que, al igual que muchos delincuentes comunes se visten con los ropajes del terrorista para conseguir un tratamiento diferenciado en la aplicación de la Ley, también habrá muchos bujarrones que se presentan como enfermos, que sufren de esa desviación sin desearlo, cuando ellos mismo son conscientes de que únicamente son viciosos o depravados sexuales.

En conclusión, si tú que lees esto te sientes aludido, no pierdas el tiempo conmigo y deja de requebrarme, valiéndote del anonimato de Facebook. Te irá mucho mejor metiéndote en política. Ahí tienes un montón de bujarrones con los que disfrutar. Y además, te pagarán un montón de dinero por jodernos a la gente normal.

José Ignacio Sánchez Rubio

ignacio@nosotrosytu.es