Ayer 24 de julio, según parece, la cuadrilla que nos torea en Baleares (no está muy claro quién es el primer espada), aprobó la nueva normativa taurina en el archipiélago que ahora quieren convertir en una Federación de Islas.
Vaya por delante que no soy un entendido en la fiesta nacional, y que mis conocimientos del arte de la lidia no son abundantes pero, aun así, me gustan los toros. Y aunque mi capacidad de sorpresa política está prácticamente agotada, ayer, después de leer la noticia, volví a sorprenderme por esta, que no sé si se refiere al ordenamiento jurídico de la fiesta, o es otra astracanada mas adecuada al día de los Inocentes.
Y detallo. La primera modificación que introduce la cuadrilla balear en el reglamento taurino es que, antes de salir a la plaza, al toro lo tienen que examinar el veterinario y el presidente de la plaza para comprobar que se encuentra en plenas facultades físicas y psíquicas, además de practicarle un control antidoping. Además, al toro habrá que someterle, después de la corrida, a un nuevo examen clínico para verificar que sus facultades psíquicas no se han visto mermadas. Nada dice la noticia en cuanto al tratamiento psicológico al que debe someterse al animal que haya sufrido algún trastorno mental durante la lidia.
Continúa, la norma taurina aprobada, limitando las armas del torero al capote y la muleta, prohibiendo el uso de banderillas, puyas o estoques y, obviamente, el bicho ha de ser devuelto a los corrales en plenitud de facultades; entiendo que algo así como el trato que para con los terroristas pretende que se aplique la Alcaldesa de Madrid. Lo que no he visto en la redacción de este disparate, es si el torero puede defenderse con puñetazos, patadas y mordiscos de la acometida de la fiera.
Y, ya metidos en gastos, señores matadores, mucho ojito con producirle algún daño psíquico al morlaco, porque serán sancionados con multas de hasta 100.000 euros. Así que, si el toro es zaíno, no se les ocurra llamarlo negro porque, además del daño psíquico que pueden producirle, es posible que les tilden de racistas, aunque ese aspecto todavía no lo contempla la norma balear.
Por seguir disparatando, se me ocurre que, en el futbol, nada justifica el dolor que sufre el equipo que pierde un partido y que también acompaña a todos sus seguidores. Por eso, creo que deberían también regular el espectáculo del futbol.
Me explico y propongo lo siguiente: Para evitar el daño psíquico que produce a los aficionados la derrota de su equipo, los campos de futbol no deben tener porterías y así no habrá goles; de esta forma, no perderá el partido ningún equipo. Y puesto que no habrá porterías, tampoco habrá porteros, con lo cual el presupuesto del equipo disminuiría en casi un diez por ciento.
Además, para no ser menos que los toros, los partidos habrían de durar media hora, que es el tiempo que los políticos han establecido como duración máxima de las corridas. Total, si no hay goles, para qué va a durar más.
¿Qué opinan de todo esto?. A mí me parece que no estamos en un país de locos, sino de bobos. La cuadrilla balear no está loca, ellos están a lo suyo que no es otra cosa que seguir cobrando, y que nosotros lo paguemos.
Pero fíjense, se preocupan del bienestar físico y psíquico de los toros de lidia, pero les importa un bledo el sufrimiento de los borregos; los borregos en que nos hemos convertido los contribuyentes.
Y como las desgracias nunca vienen solas, habrá que ir eliminado del tratado de ocurrencias, aquel chascarrillo en que uno le dice a otro:
¡¡¡Oye tú, donde esté una buena corrida que se quite el futbol…!!!.
¡¡¡Sí, y los toros…!!!, contesta el otro.
A este paso ya sabéis lo que nos toca…. nos quedamos sin fiesta de toros y nos volvemos todos vegetarianos al no poder aplicarle los test psicológicos al animal una vez que lo hemos matado? Y que pasara con otros seres vivos como las plantas… tampoco los comemos por la misma razón…. Efectivamente estamos en un mundo de loc@s, bob@s, borreg@s…