Es habitual, cuando no estimamos con precisión una magnitud, añadir ese indefinido taitantos a la decena que lo precede.
Evidentemente, el taitantos tiene un valor y apreciación diferentes en función de la referencia a que lo apliquemos. Así, no tiene igual valoración, el que nos toquen taitantos millones en la lotería, que el que nos condenen a taitantos años de prisión, pongo por caso.
La cuestión es que el taitantos tiene un valor relevante por su ambigüedad; porque el taitantos puede significar cualquier cantidad.
En lo tocante a la edad biológica, cuando nos referimos a la incierta fecha de nacimiento de alguien, es habitual indicar que tiene …taitantos años. Claro que esto se predica solamente a partir de una determinada edad. Como ejemplo, pongamos los veinte años.
Y a partir de esta veintena de primaveras comienzan los irremediables taitantos, que se convierten en inexorables a partir del medio siglo en que, en lugar de primaveras, pasan a ser otoños.
He de confesaros que, al igual que os habrá pasado a muchos de vosotros, hasta que llega la crisis de los cuarenta, esto son paparruchas. Pero a partir de esa cuarentena, la cosa suele cambiar radicalmente.
Por un lado, la velocidad a la que el tiempo transcurre va incrementándose y, a partir de entonces, aquellos años que se hacían eternos, treinta años atrás, empiezan a correr vertiginosamente.
Y es entonces cuando, en lugar de hacer referencia a nuestra edad exacta, empezamos a utilizar el taitantos. Pero, como casi todo es relativo en la vida, tampoco ese referente nos resulta cómodo. Porque no es lo mismo decir que tenemos cuarentaytantos (que ya son bastantes), que confesar que acumulamos ochentaytantos (por ejemplo).
Y eso nada tiene que ver con las facultades físicas e intelectuales de cada uno; porque la merma de potencialidades de unas va, generalmente, acompañada de un incremento de las otras.
Hoy, 9 de enero, este servidor y amigo vuestro ha vuelto a cumplir taitantos años. Por coquetería, no voy a decir el año en que nací, pero sí confesaré públicamente que cincuenta años más tarde de aquel en que vi la luz, decidí aplicarme los taitantos. Así que hoy, una vez más, he cumplido cincuentaytantos años.
Resulta que, personal y virtualmente, tengo alrededor de veinte mil amigos, de los que una buena parte me han enviado su felicitación por haber alcanzado un año más.
Y a todos ellos quiero pediros, por este medio colectivo, mis disculpas por no haberos agradecido, individualmente, vuestra felicitación. Me habría encantado, pero necesitaría otros taitantos meses para hacerlo y, lamentablemente, no dispongo de tanto tiempo.
Así pues, amigos míos, un abrazo para cada uno de vosotros y mi agradecimiento por vuestro recordatorio.
En la imagen os dejo una pista, y el que sepa leer… que lea.