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Después de muchas décadas de existencia, y de haber sido actor y espectador de tres crisis económicas supranacionales, me encuentro sumido en una compleja reflexión: ¿Qué sentido tiene llegar hasta aquí para, al final de la vida tengo la sensación de que tengo que volver a empezar?
Llevamos ya casi siete largos años que comenzaron, casi de repente, con el estruendoso estallido de la burbuja inmobiliaria. Durante generaciones, de padres a hijos se había transmitido la seguridad económica que proporciona la posesión de inmuebles. El boca de todos, una frase se había convertido en axioma: “El ladrillo es lo seguro”.
Luego, como un castillo de naipes, aparecieron y se adueñaron de la situación otros dos fenómenos colaterales: La crisis financiera y la crisis política, que han concluido, a mi juicio, en una modificación generalizada del carácter de los españoles producida, en buena medida, por el egoísmo imperante; modificación caracterizada por la pérdida de valores morales, la desconfianza, el desaliento y, en definitiva, la desorientación.
Son muchos años para tildar a esta situación de crisis y, como a casi todo se acomoda el ser humano, la mayoría de los españoles nos encontramos en una situación en que la única esperanza, parece ser quedarse como estamos.
Una situación semejante, a salvo la distancia en el tiempo, llevó a Hobbes a afirmar que “el hombre es un lobo para el hombre” y que el mundo se encuentra en estado de “guerra permanente de todos contra todos”. En muchas ocasiones, he preguntado a gente conocida si le parecía que los españoles nos encontrábamos en un estado general de crispación y mal humor; y la respuesta ha sido siempre afirmativa.
Por eso, y porque necesitamos espolvorear nuestra existencia con ilusiones, me he preguntado si la situación en que nos encontramos no tiene solución alguna y si, fatalmente, nos vamos a ir de este mundo dejando a nuestros vástagos la miserable herencia que estamos labrando.
Con unos partidos políticos cuya única preocupación parece ser la de ir pagando los ingentes gastos de nuestro estado a base de ir aumentando continuamente la deuda pública y empobreciendo a los españoles con una insoportable carga tributaria; con unos sindicatos de clase, cuyo único interés está en el enriquecimiento de sus dirigentes a cualquier precio; con un imponente aparato estatal que no se corresponde con nuestras dimensiones como nación; con una locura separatista que amenaza con atomizar a España y con la sensación colectiva de encontrarnos inermes antes esas hordas de criminales dispuestos a instaurar en nuestras calles un estado de violencia y anarquía que recuerda la situación de España hace casi ochenta años, ¿QUE ESPERAMOS QUE SUCEDA?.
Compatriotas, podremos ser amigos o enemigos, pero España es de todos nosotros. No está tan lejos aquel dos de mayo de 1.808 en que un español, del pueblo de Móstoles (Madrid), lanzó a los cuatro vientos aquella proclama que puso en electrizante pie de guerra a todos los españoles:
“¡¡¡ Españoles, la Patria está en peligro, acudid a salvarla !!!”
Posiblemente de no haber reaccionado al unísono los hombres, mujeres, y hasta niños españoles, hoy nuestro idioma común no sería el español, ni el catalán, ni el vascuence, ni el gallego, ni ninguna otra de las lenguas de nuestro país; probablemente hablaríamos todos francés, y seríamos franceses, no españoles.
No sé si ha llegado el momento de plantarse contra todos los que contribuyen a crear esta situación de inseguridad pero, amigos y enemigos míos, hemos de reaccionar o no habrá vuelta a la normalidad.
José Ignacio Sánchez Rubio
Abogado, economista y, sobre todo, español.
Me han gustado tus dos artículos. Creo que ya está bien de utilizar los desgastados e inútiles términos de “izquierdas y “derechas”. Ortega decía que ser de izquierdas o de derechas son dos maneras de ser un idiota. Un buen análisis del izquierdismo al uso es el libro de A. Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner y Publio Apuleyo “El manual del perfecto idiota latinoamericano”. Lo peor de este momento, en mi opinión, es el desánimo y la resignación de la “ciudadanía” (¡que palabra tan repetida y odiosa!). Es lamentable que los únicos signos de vigor ciudadano sean los de los llamados “violentos” que lo que están mostrando ante la sociedad es la cara de la agitación criminal.
La solución está en nuestras manos mediante el abandono de la pasividad y la actitud de apoyo activo a las iniciativas como la de VOX que responde a una concepción racional y (¿por qué no decirlo?) patriótica.
“Este es el mejor momento siempre que sepamos qué hacer con él ” (Ralph Waldo Emerson)
Estoy completamente de acuerdo contigo, pero la pregunta es, ¿hay solución?
José, yo creo que sí la hay. Depende de todos nosotros, de que nos preocupemos por nuestro país.
No me queda la menor duda de que si las cosas han llegado a este punto, es porque les hemos dejado todo el terreno a los que, de una u otra forma, buscan vivir a nuestra costa.
Tiene usted toda la razón, muy buen artículo. Yo creo que aún hay esperanza, ánimo y a por el cambio!
Gracias por el comentario, Alejandro
Sr. Sánchez, tiene vd. razon.
Anoche, cuando en televisión, vi como anunciaban la posibilidad de solicitar hipotecas los pymes, empresarios, etc. en esa tan SONADA y CONTROVERTIDA entidad BANKIA, no pude por menos que pensar que o somos tontos o nos tiene por tal porque, no hace mucho tiempo esa entidad fue rescatada (como muchas otras), los gestores de esa entidad han sido imputados en causa pendientes (como muchos otros), algunos ciudadanos de a pie (muchos mayores y jovencitos) han visto desaparecer sus ahorros de toda una vida (como los que inviertieron en otras muchas entidades financieras) y ahora, se ofrecen con hasta (creo) 150.000.000 para a”ayudar” a los que lo necesitan. Perdoneme pero ¿cómo se come ésto?.
Cada dia estoy mas desanimada y mas indignada. No se si hay una solución ya sea la del 2 de Mayo o la de la revolución de los claveles portugueses (también éstos lo tienen claro) pero como no logremos que sabia nueva diriga nuestro futuro, apañados vamos.
Un saludo y que a Vd. no le pase lo que a mi, que no decaiga su ánimo
María, con mucha gente como Ud., las cosas pueden cambiar.
Totalmente de acuerdo. A mi me pasa igual, pero esto no tiene remedio
Gracias, Oscar