El derecho a decidir

BandoleroEl gallinero político ha incrementado en su vocinglero proceder, su obsesión por el derecho a decidir.

Y lo hacen sin pudor alguno; pienso que deben tomarnos a todos los españoles por papanatas y, erre que erre, ahora han transformado su discurso, incluyendo esta cuestión en eso que todo el mundo snob ha dado en llamar las líneas rojas. Ignoro qué es esto de las líneas rojas, a no ser que, por el color, se refieran a algo patrimonio de la izquierda.

La cuestión es que, con matices, por una vez voy a darle la razón a esta panda de badulaques. Sería incongruente con mi idea de que el Estado debe proteger a ultranza los derechos a la libertad, a la vida y a la propiedad (lícitamente adquirida) de sus nacionales, con que negara el derecho a decidir de cada uno de ellos.

Pero claro, y ahí vienen los matices, ese derecho a decidir que ha de encajarse en el derecho supremo a la libertad, ha de referirse al derecho a decidir sobre aquello que, realmente, le pertenezca a cada uno; lo contrario, obviamente, sería opuesto al derecho de libertad y de propiedad de los demás y, de bendecirlo el Estado, estaría amparando una ilicitud. A no ser que, el Estado considere también que, en aras de ese derecho a decidir, las leyes han de proteger el derecho a decidir de los ladrones, pongo por caso. Porque el amigo de lo ajeno, lo único que hace es decidir hacer suyos los bienes ajenos.

En lo que se refiere a decidir acerca de la independencia, creo que hemos de considerarlo de forma semejante y, por eso, puedo admitir que cada uno de los españoles tendría que disponer libremente del derecho a decidir acerca de su independencia, de su autodeterminación. Y, ahora, vamos al caso. Si asumimos como válido para un puñado de individuos (e individuas, que diría un socialista), su derecho a separarse del resto, también habremos de admitir el derecho de los demás españoles a hacer lo mismo.

Porque ese derecho que invocan los individuos de marras, representa la obligación de hacerlo para todos los demás, tal y como plantean sus exigencias. Naturalmente, cualquier persona normal se preguntará por qué el ejercicio de ese invocado derecho de autodeterminación, ha de convertirse en una imposición para los que no lo desean.

Pero lo más chocante es que, en la configuración autodeterminante, la exigencia del derecho se independencia de esos peculiares personajes viene acompañada de la cesión a ellos de todos los territorios y propiedades a que alcance, geográficamente, la segregación.

Por un lado, habrá de preguntarse si el derecho a decidir sobre la independencia, ha de referirse, como señalaba más arriba, a las propiedades mobiliarias o inmobiliarias de cada cual, dado que la principal característica de una nación es la titularidad de una tierra, sin la cual, es difícil imaginar la existencia de un país. Si esto fuese así, antes de plantear una cuestión semejante, los promotores deberían realizar un inventario de sus propiedades que son, en definitiva, el objeto de la emancipación, y plantear sobre ello su pretensión.

Porque, no nos engañemos, amigos, lo que pretende esta partida de bandoleros es quedarse con una parte importante de terreno español sin dar un palo al agua. Quedarse con una parte de la geografía que a otros españoles anteriores a nosotros les costó su sangre el evitar que se lo quedaran otros invasores.

Con esto del buenismo, hemos ido cediendo y cediendo ante los desarrapados y, no les sorprenda a Uds. que a los delincuentes habituales se les ocurra fundar un partido, presentarse al gobierno y, habida cuenta lo numeroso de sus huestes, nos gobiernen a las víctimas. Al fin y al cabo, casi viene siendo ya de esa manera.

Por eso estoy de acuerdo con los independentistas. Pero que vayan a independizarse a cualquier país árabe de los que tanto les gustan y que se queden con aquel territorio.

Señoras y señores, nos hace falta una buena mano de limpieza pero, ¿Quién empieza…?, porque los demás, igual que Ud. esperan que se lo den cocinado.

www.juntosporespaña.es

 

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Confianza y crispación

Hace casi 37 años que los políticos de la época dieron a luz nuestra actual Constitución.

En aquellos momentos, el aborto no solo estaba mal visto, además estaba proscrito. Lo digo, porque de haberse permitido, no hubiera estado mal del todo abortar este sistema constitucional que permite que cualquier zaparrastroso inicie la tarea de acabar con este país constitucional, y además la propia constitución le sostenga.

Si Ud., que lee estas líneas, ya tenía uso de razón en aquella época, estará en condiciones de compararla con esta de disparates en el que, prácticamente, todo lo contrario al sentido común está permitido.

El título, viene a cuento de que el ambiente que se respira en la calle no es nada halagüeño. Suele decirse que la cara es el espejo del alma y, a juzgar por los semblantes circunspectos que vemos a nuestro alrededor, sus almas no deben andar tampoco muy eufóricas. Y apuesten lo que Uds. quieran a que más de uno sale a contestar que el alma no existe, que eso es un invento de los curas.

Ciertamente, la confianza que era uno de los muchos valores que hemos perdido (o que han hecho desaparecer los malos), resulta fundamental para una convivencia sana y pacífica.

Y como más vale una imagen que mil palabras, les pongo un ejemplo.

Hace años, la mayor parte de las personas sentía, de forma innata, una proyección hacia la solidaridad para con los demás; si Ud. quiere llamarlo caridad, también vale aunque suena peor. Aunque me llamen carca, recuerdo viajes en tren (los trenes no eran como los de ahora), en que un pasajero abría su cesta de comida, la compartía con todos los demás y se quedaba encantado con que se la aceptaran. Y la sensación de agrado que invadía a los gorrones era inigualable.

En cambio hoy, aquello de la solidaridad se llama impuesto. Da igual sobre qué o con que motivo, pero la solidaridad se la imponen a Ud. Ya no tiene la sensación de hacer algo por los demás, porque le agrada y porque se lo dicta su conciencia. Ahora se lo dicta una ley y lo hace porque en caso contrario le sancionan.

Aquella confianza que teníamos todos, en aquella época mucho más miserable que esta, ha desaparecido. Se ha evaporado esnifada por estas generaciones de políticos y vividores que no tienen límite en su avaricia.

Y, es que yo creo, hemos cambiado la confianza en el ser humano por la crispación contra él. Ahora, el que dice ser pobre es enemigo furibundo de los que cree ricos; y el que aún no ha engrosado la lista de los pobres, mira aviesamente a aquellos que vienen a destrozar el esfuerzo de toda su vida.

Yo me pregunto Quo Vadis, ¿hacia dónde vamos?. Porque esto no tiene pinta de llegar a ningún sitio razonable.

Podemos seguir despotricando contra todo lo que se mueva, pero… ¿sirve eso para algo?.

Aquí les dejo un video un poco antiguo, pero que, a mi forma de pensar, sigue vigente.

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¿Alteración psico-física, vicio o depravación?

Bandera gayRaro es el día en que, a través de la mensajería de Facebook, no me llega algún mensaje incendiario de amor y pasión. Ya ven… a mis cincuenta y tantos.

Hasta aquí, nada anormal; porque dicho sin ambages, uno ha tenido sus éxitos…

La cuestión que me preocupa es qué habré hecho yo para merecer esto. Porque esos mensajes, para mi desconsuelo, no me los envía ninguna dama. ¡¡¡Oiga, que son de tíos…!!!.

Me he mirado al espejo, a ver si descubro alguna pista… alguna razón de este aparente atractivo mío para los machos. Y he llegado a la conclusión de que, como no entiendo de hombres, nunca conoceré el tipo de mis feromonas, que poco deben funcionar para el sexo opuesto, porque no hay fémina que me soporte.

El caso es que, como en este domingo 17 de enero del año del disparate político, a las 4 de la tarde, no tengo muchas ganas de hacer otra cosa, me he puesto a buscar en el diccionario, que es el primer sitio al que siempre acudo cuando no tengo clara una idea o un vocablo.

Y como el término habitual para denominar a este tipo de humanos es Gay, me he ido a buscar un diccionario al que le tengo cariño. Es un Ramón Sopena de 1.967.

Y… sorpresa. Esa palabreja no viene. Así que he asido otro de Grijalbo de 1.990 (digo asido y no cogido, por si esto lo lee alguien sudamericano).

Coño, pues tampoco viene.

Y debe ser cierto aquello de que a la tercera va la vencida, porque en el María Moliner de 2.008 sí que aparecen, escuetamente, dos definiciones: Homosexual y Homosexual masculino.

Claro que, para este viaje, no necesitaba alforjas. Así que, erre que erre, que diría el inefable Don Paco Martínez Soria, he seguido indagando.

Por supuesto, ya que la palabreja es sajona, aunque ya esté incorporada al diccionario de la RAE, me he dirigido a un diccionario inglés-español (ya no hago más publicidad de marca de diccionarios). Y, solamente hay dos equivalencias al castellano: Homosexual y alegre.

Para concluir el ciclo, he buscado homosexual otra vez en los diccionarios españoles y, ¡¡¡ Albricias…!!! ¡¡¡ Ahora lo entiendo todo…!!!. Sobre todo, cuando me he ido al de sinónimos de Espasa, en el que figuran las siguientes acepciones: bujarrón, sodomita, marica, maricón, sarasa, afeminado.

En otras palabras; que en contra de lo natural, a este tipo de individuos lo que les gusta es montárselo con los de su misma especie; puestos a suponer, con los de su misma especie que también son bujarrones, sodomitas, sarasas, afeminados, maricas o maricones (realmente no sé qué diferencia hay entre estas dos últimas especies).

Y, ahora en serio, la cuestión es que durante los últimos años, nuestras fuerzas políticas se han embarcado en una guerra de protección de estas especies, como si se tratara de rara avis en peligro de extinción. Y de esa forma, ahora pueden casarse, adoptar hijos (de momento la ciencia no ha conseguido que los tengan propios), incluso parece que es pecado despotricar contra ellos (artículos 14 y alguno más de la Constitución Española).

Yo, sin embargo, me he puesto a pensar, porque es un domingo del año del disparate político, en que esta particularidad de un ¿hombre?, se debe a tres posibles causas: Una alteración psico-física de la persona, el vicio por la desviación sexual o, simplemente es una forma de depravación de la personalidad, de difícil averiguación.

Y como el mundillo político español está lleno de bujarrones, sodomitas, sarasas, afeminados, maricas y maricones, hasta el punto de que siendo normalito, como creía que era yo mismo hasta el día de hoy, es un freno para tener el respeto del Estado, les doy mi opinión.

Si el invertido lo es por razón natural, genética o no, opino que merece la máxima protección de la sociedad y del Estado porque, no siendo culpa suya, y tratándose de algo antinatural como cualquier otra enfermedad, la sociedad y el Estado deben velar por la salud y el restablecimiento de sus nacionales. Otra cosa es que se les dote de privilegios especiales frente a los demás ciudadanos, en cuyo caso, la cosa cambia.

Pero, puede darse el caso de que esa pretendida alteración no lo sea sino que, en realidad, se trate de un hartazgo de sensaciones sexuales habituales y, con ello, se busque experimentar otras desconocidas o que conocidas, resulten más esnob que las naturales. Y que conste que conozco a más de uno, que se hace pasar por maricón para conseguir empalmar conversación con una mujer; parece que eso puede tener resultado.

La cuestión es que, aunque el forzamiento de la voluntad sexual, cuando se trata de una mujer, se encuentra enormemente protegido por la Ley, incluso la Penal, cuando se trata de un hombre, que yo sepa, n’a de n’a.

Incluso, se me ocurre que, al igual que muchos delincuentes comunes se visten con los ropajes del terrorista para conseguir un tratamiento diferenciado en la aplicación de la Ley, también habrá muchos bujarrones que se presentan como enfermos, que sufren de esa desviación sin desearlo, cuando ellos mismo son conscientes de que únicamente son viciosos o depravados sexuales.

En conclusión, si tú que lees esto te sientes aludido, no pierdas el tiempo conmigo y deja de requebrarme valiéndote del anonimato de Facebook. Te irá mucho mejor metiéndote en política. Allí tienes un montón de bujarrones con los que disfrutar. Y, además, te darán un montón de pasta por jodernos a la gente normal.

José Ignacio Sánchez Rubio

ignacio@nosotrosytu.es

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… al enemigo el palo.

A palosDice un viejo proverbio que: Al amigo la mano, al enemigo el palo y, al indiferente…, la legislación vigente.

 En otras palabras, tienes que combatir a tu enemigo, salvo que huya, en cuyo caso otro refrán dice que: A enemigo que huye, puente de plata.

De lo que se trata es de que sepas quien es tu enemigo. Porque, generalmente, tu enemigo se disfraza e intenta aparecer como tu benefactor, no vaya a ser que te equivoques y se produzca lo que, en términos bélicos, se denomina «fuego amigo».

Una de las herramientas que utiliza tu enemigo para disfrazarse es la demagogia, esa forma de hablar con la que te dicen lo contrario de lo que tú piensas, pero te lo cuentan de forma que te hacen penar que el equivocado eres tú.

 Y, de esa manera, te hablan de la caridad para con los demás; a tí que llevas toda tu vida preocupándote por los que te rodean. Y te apuntan con el índice acusador de su dedo, acusándote de insolidario.

Pero, ¿Qué hay en el fondo de toda esta parafernalia?.

Pues es simple, amigos míos, nuestro enemigo ha decidido, desde hace ya tiempo, enfrentarse a nosotros con la astucia en lugar de con la fuerza. Y, paradójicamente, su fuerza la consigue con su demagogia, persuadiéndonos de que le entreguemos el poder para dirigir la sociedad.

Es la forma en que también te quitarán el palo para darle a tu enemigo. Porque cuando tengan el poder del Estado, tendrán también sus recursos.

¿Y ante esto, que puedo hacer?, te preguntarás.

 La respuesta es fácil: No es preciso que te líes a palos con tu enemigo, solamente únete a tus amigos. Es, únicamente, una cuestión de fuerza, de número. Si ellos son más, ganarán ellos; pero en caso contrario, perderán.

Salvo que no te unas a tus amigos.

Un amigo

 José Ignacio Sánchez Rubio

ignacio@nosotrosytu.es

 

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¿Eres de izquierdas o de derechas?

denunciaEsta es la pregunta que está cobrando máxima actualidad en los últimos tiempos. A mí, personalmente, me la han hecho en numerosas ocasiones.

La primera intención (y el instinto) de cualquiera que reciba semejante interpelación es la de, en plan gallego, contestar: ¿por qué?.

Y es natural; porque parece que está mal visto ser derechas y, por el contrario, lo que no queda mal es ser de izquierdas (o al menos, declararlo así aunque no sea cierto).

Les confieso que llevo unos cuantos meses pensando en escribir sobre esto y, aprovechando que empezamos un nuevo año 2016, el único que va a existir en nuestra vida, me he puesto a terminar de elucubrar acerca de esto que la gente llama ser de izquierdas o de derechas, sin saber a ciencia cierta a qué se refiere.

Pues bien, para comenzar este año turbulento, por mor de los independentistas catalanes y de la irrupción de los bolivarianos (perdón, quería decir de los bolcheviques) ((perdón de nuevo, porque me traiciona el subconsciente y quería referirme, con toda la educación posible a las cuadrillas de Coleta Morada)), no estaría mal situar en el espacio esto de las izquierdas y las derechas.

La cuestión, simplificándola por aquello de que le sobran palabras al buen entendedor, es que de lo que hablamos es del Estado; esa cosa un tanto indefinible pero que no es más que la unión de todos los habitantes de un pueblo, para regular su vida en común.

Y aquí empieza el tema. Porque, de forma natural, cada persona tiene tres derechos congénitos: la vida, la libertad y la propiedad.

Son precisamente de esos tres derechos naturales, de los que intentan apoderarse otras personas para incorporarlos a su acervo. Hace poco más de 300 años, se afirmaba que el Rey era el dueño de vidas, haciendas y almas por mucho que Calderón de la Barca pusiera en boca de Pedro Crespo, alcalde de Zalamea, aquella famosa sentencia: “Al Rey la vida y hacienda se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios”.

Pues bien, formar un Estado exige que, los que lo integran, cedan una parte de aquellos tres derechos a que me refería más arriba al Estado, para que este los administre y los devuelva a los ciudadanos convenientemente. En otras palabras, se trata de que cedamos la vida para que se nos quite o se nos proteja, la libertad para que se nos permita o se nos impida y la propiedad para que se nos garantice o se nos expolie.

Ahora viene la reflexión fácil, teniendo en cuenta que el Estado lo detentan y administran determinadas personas. Si los ciudadanos ceden la totalidad de los tres reiterados derechos al Estado, se convertirán en esclavos, cuya conservación dependerá del capricho del estadista o de la utilidad que de ellos obtenga; si, por el contrario, ceden el mínimo de estos tres derechos serán personas libres cuyo nivel de vida dependerá, en buena medida, de su habilidad y su esfuerzo.

Y esa es la cuestión nuclear, qué parte de nuestros derechos hemos de ceder al Estado: ¿Todo, o solo la mínima parte?

Tenga en cuenta Ud. que lee esto, que nos referimos a los derechos de cada uno, personalmente, porque aquí está la diferencia. Y si Ud. ha llegado a leer hasta aquí, siga un poco más y encontrará la respuesta a eso de las izquierdas y las derechas.

Eso que llaman mentalidad de izquierdas consiste en que los ciudadanos cedan al Estado el máximo de sus derechos a la vida, la libertad y la propiedad, mientras que ser de derechas significa la mínima cesión de estos tres derechos. Y, básicamente, la cesión hace hincapié en orden inverso al expuesto, o sea, la propiedad, la libertad y la vida.

Por eso, esa idea de izquierdas busca que la totalidad de la propiedad (sobre todo la adquirida por los demás), se ceda al Estado para que este la administre redistribuyéndola, mientras que la mentalidad que llaman de derechas busca la íntegra posesión de lo adquirido lícitamente, sin perjuicio de ayudar con ella a los más desfavorecidos.

Y aquí viene la disyuntiva: ¿Es Ud. de izquierdas o de derechas?.

Y, sobre todo lo anterior, ¿creen ustedes que a estas alturas del siglo XXI, es razonable seguir hablando de izquierdas o de derechas, de Franco o de Carrillo?

O más bien creen que debemos dialogar acerca de nuestra inconcebible estupidez.

ignacio@nosotrosytu.es

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El coraje de una mujer

Una granadina consigue, en 8 días, 826 avales para presentar su candidatura al Senado

Se siente granadina y española hasta lo más hondo, se llama Mari Carmen Dorador Contreras y nació hace unos pocos años en Aldeire, un pequeño pueblo de Granada, situado en las laderas de Sierra Nevada.

De carácter inquieto, desde siempre sintió la llamada de la superación y, a los 20 años, ya había conseguido una plaza como funcionaria en el Ayuntamiento de Motril.

Después, su infinita curiosidad y su desmedida ansia de aprender cualquier cosa relacionada con lo social, la llevó a asistir a innumerables cursos y conferencias mientras simultaneaba su trabajo de funcionaria municipal con los estudios universitarios de Ciencias Políticas y Sociología, que culminó hace 15 años licenciándose en la Especialidad de Ciencias Políticas por la Facultad de Granada.

Después, su inquietud por lo social se completó con su preocupación por lo político; no debió ser casual que cursara aquellos estudios políticos y que, además, su afán por transmitir ideas a los demás la llevara a obtener el Certificado de Aptitud Pedagógica.

Pero, con todo, lo que hace de Mari Carmen un ejemplo a seguir es un hecho que revela su tenacidad: El Boletín Oficial del Estado del 18 de noviembre de 2.015, al final de su página 108846, publica su nombre como candidata nº 1 al Senado del partido NOSOTROS Y TU, por la provincia de Granada.

Pero esto no es revelador de ningún mérito; varios centenares de españoles encabezan las listas de candidatos al Senado en las próximas elecciones, por los partidos concurrentes.

Mari Carmen, que nunca ha ejercido actividad alguna en política, desencantada con la trayectoria de España y con el abuso que de sus cargos hacen los políticos españoles, a comienzos de 2.003 fundó un partido político, el PACIS, con el que intentó concurrir a las últimas elecciones municipales, sin que su empresa llegara a término.

Sin desmayar en su empeño, hace unos meses conoció que acababa de nacer otro partido, totalmente coincidente con sus ideas reformistas del modelo político y de gobierno que tenemos, y se afilió a NOSOTROS y TU, Partido Político Español. El día 7 de noviembre pasado, Mari Carmen acudió en Madrid a la presentación pública del partido y conoció a otros muchos afiliados de toda España que, como ella, estaban deseosos de poner su grano de arena para acabar, entre todos, con este sistema político que ha llevado a la ruina a España y que amenaza con desintegrarla.

Durante el evento preguntó qué había que hacer para presentarse como candidata al Senado. Curiosamente, y ella está de acuerdo, NOSOTROS propugna la disolución de esta institución, cosa que no se puede llevar a cabo sino desde dentro del propio Estado.

Cuando le contestaron que tenía que reunir los avales de 748 electores por la provincia de Granada, por un momento, su rostro fue reflejo casi imperceptible de la angustia por la dificultad de conseguirlos. Al instante, una fuerza interior pareció subirle hasta las mejillas y contestó: Pues habrá que buscarlos ¿no?.

MotrilA su vuelta a Motril, cuando solamente faltaban 8 días para la presentación de los avales en la Junta Provincial de Granada, pidió los días de permiso que le faltaban por disfrutar y, armada con una mesa plegable y un pequeño tablón de anuncios se lanzó a las calles de Motril, primero, y luego de Granada, en busca de la complicidad de aquellos 748 electores granadinos.

La aventura era difícil, pues era ella la única recogiendo avales y luchando contra el tiempo y contra la abulia generalizada.

El sábado 14, a falta de dos días para conseguir completar la lista de firmas, había conseguido reunir 548 firmas, pero aún le faltaban 200 para realizar su sueño: Ser candidata al Senado por la provincia de Granada. GranadaY sin desmayar, el domingo 15 se lanzó de nuevo a la calle, con su mesa plegable y un corazón que no le cabía en el pecho. Su empeño no podía dejar de tener recompensa; el lunes 16, a las 9 de noche, se presentaba en la Junta Electoral con ¡¡¡ 826 avales !!!. Había rebasado su meta en 78 firmas.

Ahora viene la última etapa de esta mujer española y granadina hasta la médula, conseguir que sus paisanos apuesten por ella en las próximas elecciones generales, para que, desde el Senado, contribuya a que España salga de su torva pendiente hacia abajo. Y después de esto, ¿quién lo duda?. Mari Carmen Dorador Contreras se convertirá en Senadora del Reino de España por voluntad de los granadinos y, en Granada, donde hace 523 años terminó la reconquista de España, comenzará Mari Carmen junto a sus demás compañeros de NOSOTROS y TU otra reconquista: la de España para los españoles.

 

 

 

 

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Los falsos españoles

nosotros copiaHace unos días publique en este mismo blog un artículo acerca del antiguo servicio militar obligatorio, que luego colgué en las redes sociales. Los que lo leyeron convendrán en que no vertía opinión personal alguna acerca de aquella institución, a pesar de lo cual se organizó un buen foro de discusión, con opiniones para todos los gustos.

Hoy, sí me voy a permitir opinar sobre un fenómeno al que asistimos impasibles todos los españoles y que solo Dios sabe en que va a concluir.

Me refiero a la progresiva aparición de gente de pelaje diverso, que se presentan como españoles y que, según ellos, prometen convertir el Reino de España en el Reino de Jauja; un paraíso donde todos seríamos felices, sin necesidad de dar un palo al agua.

Y antes de iniciar el recorrido por el fenómeno a que aludía antes, permítanme que les recuerde que el artículo 20.1 de la Constitución Española establece, genéricamente, el derecho y el deber de TODOS los españoles de defender a España.

Pues bien, el fenómeno a que me refería es al de que han venido apareciendo desde hace algún tiempo, y cada vez con mayor desfachatez, una serie de gente, que dicen ser españoles, que emplean todo su tiempo en procurar la destrucción de España por diversos procedimientos.

Para mí, el más llamativo es el de los independentistas.

No se cuanta gente habrá en España mayor de 40 años, pero supongo que la mayoría de ellos han sido independentistas en su juventud. Pero no me refiero a otra cosa que a su ferviente deseo de independizarse de la férula paterna.

Aquellos independentistas, lo que pretendíamos era irnos de casa a vivir nuestra vida, pero llevándonos solamente lo puesto. A ninguno, que yo sepa, se nos ocurrió nunca independizarnos de nuestros padres echándolos a la calle y quedándonos nosotros con la vivienda y el mobiliario familiar. Y, por el contrario, aquellos de nosotros que no sentíamos la ilusión de cumplir los 18 años para poder ser legalmente independientes, disfrutábamos enormemente, con la unión y el cariño de toda la familia.

Pero estos, que dicen ser españoles, y que desean la independencia, no es que quieran independizarse ellos; lo que quieren es independizarnos a nosotros. En otras palabras, lo que quieren es echarnos de una parte de España, para quedarse con ella. Es como si lo que les decía antes de echar a la familia de casa, se redujera a echarla del salón, o de la cocina y a no dejarles entrar. Claro, que empiezan queriendo echarnos del salón, y luego de la cocina, y luego del dormitorio y luego… Véase la pretensión actual de reivindicación de los separatistas catalanes, de Aragón, Valencia, Baleares…. De lo que estoy seguro es de que nunca pretenderán las provincias vascongadas (que es como a mi me gusta llamarlas), porque les faltan … (pongan Uds. Ahí lo que les apetezca).

Pero fíjense; yo estoy de acuerdo con que se independicen todos esos separatistas; pero que se independicen ellos. En otras palabras, que se vayan de España, pero con lo puesto; porque todo lo demás es de todos los españoles.

Seguro que a mas de uno de nosotros, cuando éramos jóvenes y les dijimos en alguna ocasión a nuestros padres que queríamos irnos de casa, nos despacharon con un: “Sí hijo, ahí tienes la puerta”. ¿Y que sucedió?; pues que al ver ese planteamiento todos recapacitamos en como íbamos a arreglarnos para conseguir comida, ropa y los veinte duros del fin de semana. Y ahí se acabó la historia.

También hubo quien se sintió actor de ese chascarrillo que circula por las redes, en el que el padre le dice al hijo: “Hijo mío, te voy a dar una cosa que mi abuelo le dio a mi padre y mi padre me dio a mí”; ¿Y que es?, pregunta el hijo ilusionado. “Una hostia a tiempo, hijo”.

Y que yo creo que lo que ha faltado aquí es eso, una buena torta a tiempo.

Y, si no están de acuerdo, lean Patricio y el Conde Lucanor.

José Ignacio Sánchez Rubio

 

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La mili

LDsmallDurante más de 200 años, hasta que hace 14 años se suprimió, estuvo vigente el servicio militar obligatorio. El conocimiento que los españoles menores de 30 años tienen de lo que aquella institución representaba, solo puede atribuirse a los recuerdos de sus padres y abuelos relatados a sus vástagos, en muchos casos con cansina reiteración.

Pero, ¿cuál fue la causa de su supresión?, ¿qué piensan nuestros jóvenes de hoy de la mili obligatoria?.

Antes de nada, señalarles que este que escribe cumplió con su obligación legal de prestar el servicio militar que, por sorteo le correspondió en el antiguo Sahara Español. No voy a relatarles el sinfín de anécdotas que, personalmente, podría contarles, al igual que muchos de Uds. relatan a sus hijos y nietos a los que, probablemente, tengan ya aburridos con el tema. Ni tampoco voy a recordar aquí los beneficios impagables que para muchos de los soldados supuso el paso por el cuartel, donde aprendieron a leer y escribir, o consiguieron su permiso de conducir o, lo mejor, aprendieron un oficio del que, posteriormente vivirían el resto de su vida. Pero tampoco voy a hablarles de lo que supuso para muchos de aquellos españoles salir de su pueblo por primera vez (y para más de uno, por última), para conocer otros lugares de España. Ni voy a comentarles que para bastantes, supuso encontrar una ocupación en la vida prolongando su estancia en la milicia de manera profesional. Y como tampoco son Uds. mis hijos, ni mis nietos, tampoco les voy a hablar de aquellas amistades adquiridas durante el año y medio de mili, que para la mayoría supusieron lazos indelebles durante el resto de su existencia.

De lo que me gustaría hablarles, es de lo que para el espíritu, rebelde en su mayoría, de todos aquellos jóvenes que hicimos la mili, supuso el paso obligatorio por el ejército.

Si es Ud. de los que no cumplieron ese servicio militar obligatorio, le sugiero que hablen con alguien que pasara por la experiencia y le pregunten ¿tu hiciste la mili?, ¿cómo era aquello?. De todo habrá, pero les aseguro que la mayor parte de ellos intentarán eludir la respuesta, por aquello de “no mojarse” para que, acto seguido, si les dan un poco protagonismo, les digan que allí aprendieron lo que es obediencia y disciplina, que la mili les enseñó a respetar y defender a España y a los demás; les hablarán de valores y de fidelidades… en fin, percibirán Uds. la nostalgia y la emoción que subyace en su relato. En fin, que aquel recuerdo les marcó gratamente el resto de su vida.

Hace unos días me desplacé en coche a Santander para asistir a una reunión de afiliados a NOSOTROS y TU y, en un pueblo de la provincia de Burgos recogí a uno de los afiliados que también se dirigía al evento. El chico en cuestión, cuyo nombre omito por razones obvias, tiene 20 años. Durante el trayecto, sin que viniera a cuento, interrumpió el hilo de la conversación que manteníamos y me pregunto: ¿Ignacio, y por qué se suprimió la mili?. La verdad es que no tenía respuesta a esa pregunta e intenté, sin éxito, responderle con evasivas, porque la verdad es que no sabía que contestar.

Mi acompañante, de solo 20 años, se dio cuenta enseguida de que se iba a quedar sin respuesta, como probablemente le había pasado ya cuando le hizo esta misma pregunta a su padre que, según me comentó, estaba encantado con haber hecho la mili. Y para corroborarlo, durante más de media hora disfrutó contándome mil anécdotas de la vida militar de su padre. Percibía yo que estaba disfrutando con aquellos relatos, que describía con la misma intensidad que si hubiera sido él el protagonista, así que, en cuanto tuve ocasión le interrumpí y le espeté: “No sé cuál fue la verdadera causa de la supresión de la mili, pero ¿Tu querrías hacerla?”. Se volteó hacia mí y con rotundidad me lanzó: “Me encantaría; es que no sé por qué tuvieron que quitarla”.

Ante esta sorpresiva respuesta, he preguntado a otros jóvenes qué les parecía lo de volver a poner la mili obligatoria; la respuesta ha sido unánime y la conclusión que he sacado es que, siendo ellos los verdaderos actores de esta película, no se explican por qué nadie les ha preguntado a ellos.

Algunos incluso me han razonado su afirmación añadiéndome un argumento incontestable: Con la enorme cantidad de jóvenes españoles que se encuentran desilusionados y sin previsión de ocupación alguna a la vista, ¿por qué no vuelven a poner la mili?.

No sé si servirá para algo pero, si quieren desahogarse diciéndome lo que piensan, háganlo escribiéndome a ignacio@nosotrosytu.es

José Ignacio Sánchez Rubio

Presidente de www.nosotrosytu.es

 

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Arturo Mas, ¿robador, hurtador o estafador?

CataluñaAunque existen otros verbos que definen la acción de apropiarse de cosas ajenas, contra la voluntad de su dueño, hay tres que clasifican la acción, dependiendo de la fórmula empleada para realizar la fechoría: Robar, hurtar y estafar.

Ello nos lleva a determinar si el actual Presidente del Gobierno Autonómico catalán es un robador, un hurtador o un estafador, cuando pretende separar de España a Cataluña, apropiándosela para sí y para sus cómplices.

Las tres formas de ilicitud se distinguen en nuestro Código Penal por la forma de quedarse con lo ajeno, sin que este desee desprenderse de lo que le arrebatan. El robo se produce cuando la apropiación se produce mediante el empleo de la fuerza, con o sin conocimiento de la acción por parte del dueño; en el hurto, el delincuente aprovecha el descuido del hurtado y se hace con algo propiedad de este sin su consentimiento, pero sin el empleo de la violencia y, finalmente, en la estafa, el estafador priva a otro de algo valioso para él, con el consentimiento del estafado, pero valiéndose de un engaño.

Como estamos en agosto, generalmente hay poco que hacer y el asunto resulta de rabiosa actualidad, voy a analizar para Ud. la cuestión del independentismo catalán y, luego, dígame con cuál de las opciones se queda.

En este caso, el supuesto de hecho es que el promotor del intento de secesión es Arturo Mas i Gabarró, mayor de edad, y se encuentra en plenitud de facultades mentales, aunque esto último se le supone como el valor en la mili, pero no está plenamente acreditado.

El hecho, que reputamos de ilícito, es pretender la separación de España de una parte del territorio nacional, para constituir una nueva nación, al frente de la cual estarían él y su tropa.

Nadie, excepto Mas y sus cómplices, discute que Cataluña es una parte de España. Una parte de territorio catalán, de las edificaciones que contiene y de los muebles y enseres que en ellas se encuentran, pertenecen a personas españolas y extranjeras de forma privada y el resto de esas propiedades, es de titularidad pública y pertenece al patrimonio de las diversas instituciones del Estado Español.

Ahora, Mas y su banda de trileros pretenden recuperar lo que dicen que es de los catalanes. Es como si el navajero que asalta a la viejecita que acaba de cobrar su pensión, justificara su felonía diciendo que el dinero es de él. Aun admitiendo a efectos dialécticos ese argumento, está pacíficamente admitido en derecho que nadie puede tomarse la justicia por su mano; si el mismo Mas creyera eso, lo procedente sería que acudiera a los Tribunales de Justicia para conseguir allí el título de propiedad del que tanto habla pero que, hasta ahora, no ha exhibido. A guisa de ejemplo, España mantiene un viejo contencioso con el Reino Unido, acerca de la propiedad de Gibraltar, y lo hace en los Tribunales y Organismos Internacionales, no se apropia por la fuerza de la roca y sus monos.

Y para determinar si es un robo la pretensión del cargo público español, analicemos si ello lo pretende por la fuerza. Está claro que una de las armas que utiliza es semejante a la marcha verde que, a finales de 1.975, usó el moro para apropiarse de la provincia española de Sáhara. En este caso, el sedicioso pone en marcha a una caterva de sujetos de toda clase, condición y nacionalidad y los hace desfilar hacia unas urnas de cartón para que digan que Cataluña es de ellos y de nadie mas, salvo del Mas (Arturo).

¿Es esto un arma, utilizada para forzar la voluntad del legítimo dueño de Cataluña?. La respuesta no puede ser otra que afirmativa. Por eso, estamos ante un caso de latrocinio, sin que sirva de excusa, que el arma empleada se la hemos facilitado nosotros mismos, cuando admitimos los Parlamentos Autonómicos como fuente de gobierno y de poder.

Por otra parte, cabe la posibilidad de considerar que la ilicitud pretendida no sea otra cosa que un hurto. Y podría ser esto en lugar de un robo, porque España no hace nada por oponerse a la apropiación. En este caso, el felón Arturo, aprovecha la confianza de los españoles para hurtarles esa parte del territorio nacional.

Y también en la calificación de estafa cabe la pretensión de este individuo y su camarilla. Pretenden quedarse con una parte de las riquezas de nuestro país, sin pagar un duro por ello. En la historia mundial, ha habido unos cuantos casos en los que un Estado compraba a otro un pedazo de su territorio y le pagaba un precio por él. Sin ir más lejos, la isla de Manhattan en Nueva York fue comprada a los indios por una compañía holandesa, se dice que por 24 dólares, antes de pasar a manos inglesas. Aquí el listo de Mas, pretende quedarse con Cataluña sin pagarnos un solo euro como justiprecio. Y por eso, también cabe emplear la estafa como categorización del pillaje.

Pero hay una última cuestión que considerar; el Código Penal, norma punitiva por excelencia, considera todos estos actos como delitos de resultado: si no llega a producirse el hecho, si el delincuente no entra en posesión y disposición de la cosa robada, hurtada o estafada, no hay delito; porque el CP no castiga como delito la opinión o el intento, salvo en algún caso de hecho frustrado en grado de tentativa.

Tampoco se hagan Uds. ilusiones en cuanto a las figuras de rebelión o sedición que últimamente aparece en los medios, porque ambas requieren el empleo de fuerza y/o armas; y está claro que aquí no se encuentra presente ninguna de las dos (por el momento).

Así que, nos quedamos como estábamos pero, a la vista de los acontecimientos, ¿Quién puede vaticinar lo que sucederá. Yo, personalmente creo que lo más seguro… es que ya veremos.

José Ignacio Sánchez Rubio

Presidente de NOSOTROS y TU, Partido Político Español

www.nosotrosytu.es

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¡¡¡ Que inventen ellos !!!

LDsmall¿Otro partido más…?

Miren Uds. si es mala la política que, hasta la madre, que es lo más puro que existe, cuando le añadimos política, se convierte en suegra.

Con este chascarrillo comenzaba uno de los asistentes a una tertulia política a la que me invitaron la semana pasada.

El coloquio estaba convocado por una Asociación de estudios de Madrid, cuyo nombre omito por expreso deseo de sus dirigentes, con el objeto de debatir acerca del modelo de gobierno utilizado por la práctica totalidad de los países democráticos.

Aunque conocía a algunos de los asistentes, me encontraba un tanto cohibido, dado que el objeto de mi presencia no era otro que el de argumentar acerca del nuevo modelo político que defendemos en NOSOTROS y TU y, eso, siempre me embaraza un tanto.

Después del chascarrillo y de las presentaciones, el moderador dio la palabra a uno de los contertulios quien, sin más, me espetó: Oiga, José Ignacio, y ¿por qué otro partido más?.

Evidentemente la pregunta se las trae, si tomamos en consideración que ya existen casi 4.700 partidos en España. Me di cuenta enseguida de que aquello no era una tertulia de bar y más cuando entre la treintena de asistentes se encontraban 4 ex-diputados y un ex-ministro.

Como a los toros hay que cogerlos por los cuernos, según reza un zafio proverbio, me arranqué justificando la denominación de partido político, porque es la única fórmula que recoge nuestra legislación, para el ejercicio de la actividad política, para a continuación añadir que, tal vez, habría que acuñar una nueva denominación como la de empresa política o sociedad política, y que NOSOTROS y TU no era un partido más sino que lo consideramos como la primera empresa o sociedad política que existe. Y sin esperar a que nadie me planteara una nueva interpelación acerca de la cuestión, le devolví la pregunta a mi interlocutor, con unas observaciones que, en esencia, pueden esquematizarse así:

Llamamos partidos políticos a esos grupos formados por electores (sin afiliados no hay partido), que persiguen instalar una determinada forma de vivir en la sociedad a la que pertenecen. Pero la actuación de los partidos, comporta la utilización de una serie de medios humanos y materiales, para alcanzar sus fines. Y, dado que cuanto mayores sean los medios que utilizan, mayor es la posibilidad de éxito, el primer objetivo de cualquier partido es el de conseguir la mayor cantidad de dinero posible, que le posibilite el despliegue del mayor número de armas. Y eso, probablemente, es lo que propició el que se acuñara aquel dicho : en la guerra y en el amor, todo está permitido. Y tal vez por eso la política, desde su inicio, se convirtió en una guerra.

La cuestión es que los partidos, al igual que las empresas, no son otra cosa que, en realidad, organizaciones que manejan una serie de medios y herramientas para conseguir un beneficio. Y aquí se encuentra el quid de la cuestión. Las empresas reparten su beneficio entre sus socios, mientras que el beneficio de los partidos se lo reparten unos cuantos dirigentes.

Y no podemos argüir que los partidos no tienen beneficios y que no los reparten. Para empezar, la cuenta de pérdidas y ganancias de los partidos, se estructura de manera idéntica a la de cualquier empresa mercantil. El resultado económico, no es otro que la diferencia entre los ingresos y los gastos, o dicho de otra forma, la diferencia entre el dinero que entra en el partido (por cualquier medio) y los pagos que realiza. Cuestión distinta es que tanto los cobros como los pagos, tengan la condición de lícitos y se ajusten a lo dispuesto en las leyes. Pero, a partir de aquí, dos consideraciones distinguen a las empresas de los partidos: La primera que los partidos están exentos de tributar (en general) por el Impuesto de Sociedades, y la segunda, que los partidos no pueden distribuir sus resultados positivos entre sus socios (afiliados).

Claro que, como quien hizo la ley hizo la trampa, si una empresa no quiere pagar Impuesto sobre Sociedades, lo único que tiene que hacer es pagar sueldos a sus socios que, como gasto deducible, va a permitir que el beneficio llegue a los propietarios de la empresa, sin que esta tenga que pagar impuestos directos. Y en los partidos pasa exactamente igual, basta con que los dirigentes se asignen sueldos y dotaciones para gastos diversos, con lo cual lo que se produce, efectivamente, es un reparto de beneficios. Y como, tanto las empresas como los partidos, gozan de la posibilidad de endeudarse, si la cuenta de resultados fuera negativa, o si se desea realizar una actividad expansiva, queda la posibilidad del crédito. Solo que aquí se produce una diferencia notable; las empresas, indefectiblemente, han de devolver sus créditos o responder con su patrimonio de ello, mientras que a los partidos frecuentemente se les condonan sus deudas.

Y hay otra diferencia sustancial entre los partidos y las empresas; en estas se produce un tipo de beneficio, que no figura en la cuenta de pérdidas y ganancias, que es ese sobrevalor inmaterial producido por su mayor presencia en el mercado, su prestigio, su organización.. en fin ese plus que, con el nombre de fondo de comercio, solo se recoge cuando los dueños le venden la empresa a otro. En los partidos, como no se venden, este fondo de comercio lo recogen, de forma anticipada y permanente, los dirigentes de los partidos que, comienzan adjudicándose puestos o cargos en la Administración del Estado, y terminan recibiendo otras prebendas o puestos compensatorios cuando acaban su mandato por finalización, cese o dimisión.

Lo que hace, añadí, que en realidad la actividad política, en sí, no sea muy distinta de la que realiza para el Estado, un proveedor de bienes o servicios. Así, si el Estado contrata con una empresa el mantenimiento de unas estructuras públicas, lo hace con una empresa mercantil y si los ciudadanos encargan la gestión del Estado, lo hacen con un partido político.

Y a raíz de estas exposiciones fue cuando comenzó en debate de verdad. Uno de los asistentes, me pidió que explicara cual es, entonces, el modelo de gobierno que NOSOTROS y TU propone.

Y, tal como señalé, el desarrollo orgánico del sistema que NOSOTROS y TU pretende instaurar es el siguiente:

Los ciudadanos se agrupan, como socios, en un partido político, cuyo objeto social es el de implantar en el ámbito del Estado una determinada forma de convivencia social. Y así cada ciudadano es libre de elegir su adscripción a un determinado partido o a ninguno. Los propios asociados eligen democráticamente a los dirigentes del partido y son los que, de forma soberana, deciden sobre todos los aspectos esenciales de su vida, incluso en el ideario del partido, pudiendo censurar libremente los actos de aquellos. Los dirigentes de los partidos, pueden percibir emolumentos por su gestión, a cargo del propio partido.

A raíz de lo anterior, los partidos presentan sus propuestas electorales a los electores, incluyendo el presupuesto de gastos, ingresos, inversiones, desinversiones y endeudamiento que se proponen desarrollar, en caso de ser elegidos para el gobierno. Además, las personas que vayan a desempeñar las tareas de gobierno, serán elegidas por los propios socios de los partidos, de manera democrática, y será incompatible el desempeño de cualquier tarea pública, con la de un cargo directivo del partido.

El Estado, o el Municipio, pagará a los partidos la cifra que estos hayan propuesto en su programa, como retribución de los gobernantes y de sus gastos, y serán los partidos los que retribuyan directamente a tales gobernantes y a las personas de que estas se rodeen, sin que ello incremente la compensación señalada; los elegidos para gobernar podrán utilizar para ellos la estructura funcionarial y de medios del propio Estado. En su consecuencia, los partidos podrán remover de sus cargos de gobierno en el Estado o los Municipios, a aquellos cuya gestión no resulte acorde con el programa electoral presentado por el partido que representan.

Los electores votarán a los partidos y sus programas, no a las personas que vayan a desempeñar las tareas de gobierno y los partidos serán responsables patrimoniales ante el Estado, de sus incumplimientos electorales dolosos.

Y para no hacérselo más largo a Uds., al final, después de un enmarañado debate, la conclusión a la que llegué es la de que, o esta fórmula que he planteado o que, como escribí en alguna ocasión, que cada español tenga su propio partido político y… a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Si algún lector, desea más información, en www.nosotrosytu.es, puede hallarla.

Porque esto, creemos, es inventar, y no que lo hagan ellos…

José Ignacio Sánchez Rubio

 

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